Revisando periódicos del mes pasado (y escuchando música de ska en el winamp), encontré en el diario Palabra de Saltillo del 14 de enero un artículo titulado "Bibliotecas personales" de Antonio Malacara Martínez.
"Las buenas bibliotecas son un tesoro. Hay personas que han dedicado lo mejor de su existencia a construir y completar una colección de libros, como quien hace una colección de obras de arte. Todas estas bibliotecas personales que hay diseminadas por el mundo son pequeños depositos de sabiduria, reservas de pasión intelectual, diminutos oasis en un desierto de desgana e ignorancia.
"Las buenas bibliotecas son un tesoro. Hay personas que han dedicado lo mejor de su existencia a construir y completar una colección de libros, como quien hace una colección de obras de arte. Todas estas bibliotecas personales que hay diseminadas por el mundo son pequeños depositos de sabiduria, reservas de pasión intelectual, diminutos oasis en un desierto de desgana e ignorancia.
Hasta hace muy poco el mundo apreciaba las bibliotecas. Acumular libros, sobre todo si se hacia con sentido y pertinencia, era un valor cultural comúnmente admitido. En los ultimos años, sin embargo, ese valor ha entrado en crisis. Los libros pesan, ocupan un lugar enorme, exigen una buena catalogación, cuidados y atenciones, y la gente se ha acostumbrado a la información que proporciona internet, tan vertiginosa y deglutible.
Días antes de morir el erudito y critico literario Arturo Farinelli, recorrió con triste mirada su enorme biblioteca. Estaba solo y enfermo en su casa de Turin cuando escribe una larga y conmovedora despedida a los libros que tanto amo y que lo acompanaron toda la vida: "Os tengo aún ante mi, ay! por poco tiempo ya, silenciosos compañeros de mi vida que va huyendo hacia el ocaso extremo; os contemplo con amor, tanto estuvisteis cerca de mi corazón. Cuantas penurias para adquirirlos en los comienzos de mi vocación...!"
Quien ama los libros comprenderá la angustia de Farinelli: tener que partir y tener que dejar sus libros sin saber que será de ellos. Ya desde tiempos remotos se enaltecia el libro. Montesquieu confesaba en sus Pensamientos, que jamas tuvo un pesar que no olvidara despues de una hora de lectura. Avellaneda, por su parte, decia que leer es sobre todo asociarse a la existencia de nuestros semejantes.
Las bibliotecas personales son otra vida de papel que uno va reuniendo a lo largo de los años. Los libros se van acumulando y terminan por conformar algo parecido a un esqueleto exogeno, una dura piel de celulosa que dibuja los perfiles de tus días, de tus intereses. Mirando una biblioteca personal uno puede conocer más profundamente a su dueño que despues de varias horas de conversación y confidencias."
"La biblioteca es también una familia", escribe Benedetti en su cuento El invierno propio...
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio