Amoxcalli Blog

de los códices al blog, una biblioteca es mi boleto para viajar... pienso dar una vuelta al mundo y ¿quién sabe? tal vez nos encontremos.

marzo 28, 2005

Se terminaron las vacaciones, de nuevo a la biblioteca...
fue una buena semana en Guadalajara, conociendo la ciudad, jugando ajedrez...

y me encontre en los puestos de revistas la "Arqueología Mexicana", la edición especial no.18 dedicada a los códices, los libros antiguos de los mexicas, en la página viene una parte de los artículos, así que hay que comprarla...

listo, a ponerse al corriente.

marzo 17, 2005

Me voy de vacaciones.
Estos últimos días han estado de la patada y necesito dejar de pensar en algunas cosas...

Nos vemos el 28...

marzo 10, 2005

Hoy toco trabajar tarde, hay mucha actividad en la biblioteca por los exámenes y muchos materiales que catalogar, pero aquí sigo.
pongo un artículo que me encontré, de libro en libro se va conformando algo más grande...
Destino de las bibliotecas personales
Ernesto Andrés Zapata Icart
ORÍGENES. El que obsequia un libro, se arriesga a que no se lo agradezcan; a que se lo manifiesten con un rostro agrio, como un inquisidor, ante la ausencia de la víctima o que le den las gracias como si ese momento fuese un mal día. Asimismo, por ejemplo, es bastante atípico regalar libros en los cumpleaños y, si por casualidad, alguien lo hace, quizá el cumpleañero se sorprenda al recibir ese objeto de tan poca entidad.Desde antiguo, el libro fijaba su presencia en los monasterios, que lucharon por la cultura de Occidente. Gracias a esa facultad de conservar testimonios sólidos, que provenían de edades diferentes, las gentes comenzaron a interesarse por el pensamiento de pueblos lejanos, cuya barbarie consentida prodigaba interrogaciones de tonos imperiosos. Toda nueva y extraña lectura, genera un acicate y propicia un recuerdo. El interés se agranda a medida que la mente descifra nuevos conceptos ¿No era ésta la tarea grandiosa de los que traducían e interpretaban interioridades de culturas ajenas? En el momento en que las consideraban propias, el libro pertenecía a todos, y todos se ufanaban de esa compañía dilecta.
ITINERARIOS. El libro siempre fue el avizor que alertaba sobre la ignorancia. Cada vez que la advertía ofrecía sus páginas, sus ideas fértiles y ese llamado a comprometerse con cimientos nunca volubles, que predicaban magníficas alteridades y convencimientos que iban más allá de toda sensible especulación. Los lectores comprobaron que era preciso no solamente una lectura profunda sino, sobre todo, su inmediata cercanía. Un libro al lado de otro, temáticamente ordenados, con esa prolijidad de los escribas que, al reflejar las palabras del hablante, hacía palpitar en su alma, todas las que callaba y que le pertenecían. La vecindad de los libros preanuncia la seguridad de una cavilación y el vuelo de un mensaje. Y cada vez que arribaba un nuevo libro, todo se volvía plácido y sugerente. Comenzaba a existir una biblioteca personal, en donde estaba el vero símbolo de la familiaridad y el convencimiento de que algo había sucedido. Y los sucesos que resultan memorables, depositan el fervor de su aparición en ese lector ávido de escudriñar las tramas y los enigmas que se desprenden de las memorias afectivas.
SÍMBOLOS. Las bibliotecas personales, que pertenecen a un lector y están llenas de años y de impulsos, poseen finalidades secretas. Es menester preguntarse ¿cuales serán los aposentos futuros de ellas cuando el titular desaparezca? No siempre los deudos se hacen cargo de esos viejos sueños. La primera solución, que suelen esgrimir, es la venta, que trae la dispersión y la tristeza. Otra, la donación a una institución de cultura, lo que puede dar por resultado, y nadie se asombre si sobreviene, lentamente, el olvido y la desafección. Sabio seria darla a un museo, en el que ya están otras bibliotecas, que llevan los apellidos de quienes fueron sus poseedores.Hay en esta situación una solidez aconsejable, pues ese albergue no está solamente condicionado para amparar bibliotecas de dueños fallecidos, sino que los que aún permanecen, pueden otorgar ese aporte sin desligarse de él, pues pueden seguir utilizándolo, como si fuese un ámbito natal.Pero no siempre estos linderos recepcionan esas fecundidades. Infinidad de veces uno se queda sin respuestas y sin cortijo. Yo podría inquirir por una biblioteca, que me toca muy de cerca.¿En qué lugar, si lo hay, descansa la vasta biblioteca de mi tío político, el historiador don Aníbal Simeón Vásquez, salvando aquella donación que hiciera al Museo Histórico Martiniano Leguizamón, constituida por el archivo completo del general Ricardo López Jordán? Y debo preguntarme, también, sobre las de tantos otros esclarecidos ciudadanos, que están ahí, entre la memoria de la provincianía y la que proponen descendientes poco voluntariosos. Nunca se entenderá bastante lo que indica la conservación de lo incalculable. En nuestra modernidad no existe lugar para el rescate de las progenituras.
BASAMENTOS. Un biblioteca, amasada con ese ahínco venturoso, que se posee como rescoldo, es más que un conjunto de libros. Es la osadía heroica de tener un privilegio que desafía las épocas míseras, para defender las perentorias y célebres. Cada libro es porción de un tiempo característico, a la vez que un culmen, en el que anida la fe ímproba, que va más allá del hábito contemplativo. No es un legado cualquiera, algo que se deja, para compaginar una deuda enviada hacia deudos ingrávidos. Cada biblioteca personal conduce hacia el meollo de hombrías sensitivas y fundantes. Ojalá que todas ellas desencadenen lo que tantas veces hemos considerado un ofertorio: frente a la industria del magazin anárquico, el resplandeciente augurio de la lectura superior.

marzo 09, 2005

Poniendome al corriente...
por no leer la letra chiquita, con lo que salio García Marquéz y "Memorias de mis putas tristes":
De lo contrario, deberán cancelar una suma por el servicio, como ocurre en las europeas. Se trata de un vacío legal en derechos de autor.
Si usted es de los que pensaban que se había devorado 'Memoria de mis putas tristes', la novela de García Márquez lanzada al mercado internacional hace seis meses sin dejar escapar un detalle de importancia, quizá esté equivocado.
¿Notó en la sexta página de la edición en castellano para España y América Latina del Grupo Editorial Random House Mondadori, S.L. (España) la advertencia de que "quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes... la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos"?
La prohibición significa que las más de 1.300 bibliotecas públicas colombianas -y las demás de Latinoamérica- no podrían prestar esta obra a sus millones de lectores si no consiguen el visto bueno de Gabo o del titular de sus derechos, salvo que paguen por estos, como lo hacen muchas bibliotecas europeas. En el peor e inimaginado de los casos, el pago correría por cuenta de quienes pidan la obra prestada.
Fernando Zapata, de la Dirección Nacional de Derecho de Autor, Jorge Orlando Melo, director de la Biblioteca Luis Ángel Arango, y Bernardo Jaramillo, consultor de la industria gráfica, dicen que, hasta donde recuerdan, esa es la primera obra literaria o de cualquier otro género editada en o para Colombia que contiene esa advertencia.
Melo no sabe si esa advertencia incluye a Colombia porque la obra fue editada en España. Editorial Norma, de Bogotá, figura como coeditor para el Pacto Andino, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, lo que no significa que la advertencia se modifique por el solo hecho de que se distribuya en otro país. En cambio, considera que es un esfuerzo de los editores para que las bibliotecas europeas paguen por el alquiler de los libros y los préstamos que hacen en sus salas.
Aunque Moisés Melo, de Editorial Norma, entiende las razones de pagar derechos de autor por los préstamos bibliotecarios, afirma que esto sería contraproducente para los autores, "cuyos derechos se defienden mejor con la lectura de sus obras en las bibliotecas que con medidas que tengan que ver con el pago de esos derechos".
Aliadas de los escritores.
Las bibliotecas colombianas son muy pobres y el volumen de consumo es bajo. "Si a esto se le adiciona una carga de derechos de autor habrá más dificultad para su desarrollo, lo cual sería lamentable", se quejó Moisés Melo.
En Colombia no es práctica que las bibliotecas obtengan la autorización para prestar libros y a lo mejor esto y el que no reciban un pago por cada lector tiene sin cuidado a los escritores.
Germán Castro Caycedo, uno de los autores que más vende en el país y quien no conocía la advertencia mencionada, manifestó que si algo le conviene a un escritor es que las bibliotecas pongan sus libros a disposición de los lectores.
Su apreciación coincide con la de Melo, de Editorial Norma. "En estos países con índices bajos de lectura y tan incipiente formación de lectores, las bibliotecas, más que un competidor como puede serlo en Europa, son un aliado de los editores y autores, porque impulsa la formación de lectores y por lo tanto el desarrollo del consumo de libros".
Ello, quizás, es lo que explica que "en Colombia y demás países americanos la convivencia entre el mundo editorial y las bibliotecas ha sido pacífica. En nuestro caso particular no podría ser de otra manera, porque nuestra situación económica no da como para que (las bibliotecas) tengan un rubro destinado al pago de derechos de autor por los libros en su poder y que presta al público".

continua la nota, ¿un descuido?...