Poniendome al corriente...
por no leer la letra chiquita, con lo que salio García Marquéz y "Memorias de mis putas tristes":
De lo contrario, deberán cancelar una suma por el servicio, como ocurre en las europeas. Se trata de un vacío legal en derechos de autor.
Si usted es de los que pensaban que se había devorado 'Memoria de mis putas tristes', la novela de García Márquez lanzada al mercado internacional hace seis meses sin dejar escapar un detalle de importancia, quizá esté equivocado.
¿Notó en la sexta página de la edición en castellano para España y América Latina del Grupo Editorial Random House Mondadori, S.L. (España) la advertencia de que "quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes... la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos"?
La prohibición significa que las más de 1.300 bibliotecas públicas colombianas -y las demás de Latinoamérica- no podrían prestar esta obra a sus millones de lectores si no consiguen el visto bueno de Gabo o del titular de sus derechos, salvo que paguen por estos, como lo hacen muchas bibliotecas europeas. En el peor e inimaginado de los casos, el pago correría por cuenta de quienes pidan la obra prestada.
Fernando Zapata, de la Dirección Nacional de Derecho de Autor, Jorge Orlando Melo, director de la Biblioteca Luis Ángel Arango, y Bernardo Jaramillo, consultor de la industria gráfica, dicen que, hasta donde recuerdan, esa es la primera obra literaria o de cualquier otro género editada en o para Colombia que contiene esa advertencia.
Melo no sabe si esa advertencia incluye a Colombia porque la obra fue editada en España. Editorial Norma, de Bogotá, figura como coeditor para el Pacto Andino, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, lo que no significa que la advertencia se modifique por el solo hecho de que se distribuya en otro país. En cambio, considera que es un esfuerzo de los editores para que las bibliotecas europeas paguen por el alquiler de los libros y los préstamos que hacen en sus salas.
Aunque Moisés Melo, de Editorial Norma, entiende las razones de pagar derechos de autor por los préstamos bibliotecarios, afirma que esto sería contraproducente para los autores, "cuyos derechos se defienden mejor con la lectura de sus obras en las bibliotecas que con medidas que tengan que ver con el pago de esos derechos".
Aliadas de los escritores.
Las bibliotecas colombianas son muy pobres y el volumen de consumo es bajo. "Si a esto se le adiciona una carga de derechos de autor habrá más dificultad para su desarrollo, lo cual sería lamentable", se quejó Moisés Melo.
En Colombia no es práctica que las bibliotecas obtengan la autorización para prestar libros y a lo mejor esto y el que no reciban un pago por cada lector tiene sin cuidado a los escritores.
Germán Castro Caycedo, uno de los autores que más vende en el país y quien no conocía la advertencia mencionada, manifestó que si algo le conviene a un escritor es que las bibliotecas pongan sus libros a disposición de los lectores.
Su apreciación coincide con la de Melo, de Editorial Norma. "En estos países con índices bajos de lectura y tan incipiente formación de lectores, las bibliotecas, más que un competidor como puede serlo en Europa, son un aliado de los editores y autores, porque impulsa la formación de lectores y por lo tanto el desarrollo del consumo de libros".
Ello, quizás, es lo que explica que "en Colombia y demás países americanos la convivencia entre el mundo editorial y las bibliotecas ha sido pacífica. En nuestro caso particular no podría ser de otra manera, porque nuestra situación económica no da como para que (las bibliotecas) tengan un rubro destinado al pago de derechos de autor por los libros en su poder y que presta al público".
Si usted es de los que pensaban que se había devorado 'Memoria de mis putas tristes', la novela de García Márquez lanzada al mercado internacional hace seis meses sin dejar escapar un detalle de importancia, quizá esté equivocado.
¿Notó en la sexta página de la edición en castellano para España y América Latina del Grupo Editorial Random House Mondadori, S.L. (España) la advertencia de que "quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes... la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos"?
La prohibición significa que las más de 1.300 bibliotecas públicas colombianas -y las demás de Latinoamérica- no podrían prestar esta obra a sus millones de lectores si no consiguen el visto bueno de Gabo o del titular de sus derechos, salvo que paguen por estos, como lo hacen muchas bibliotecas europeas. En el peor e inimaginado de los casos, el pago correría por cuenta de quienes pidan la obra prestada.
Fernando Zapata, de la Dirección Nacional de Derecho de Autor, Jorge Orlando Melo, director de la Biblioteca Luis Ángel Arango, y Bernardo Jaramillo, consultor de la industria gráfica, dicen que, hasta donde recuerdan, esa es la primera obra literaria o de cualquier otro género editada en o para Colombia que contiene esa advertencia.
Melo no sabe si esa advertencia incluye a Colombia porque la obra fue editada en España. Editorial Norma, de Bogotá, figura como coeditor para el Pacto Andino, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, lo que no significa que la advertencia se modifique por el solo hecho de que se distribuya en otro país. En cambio, considera que es un esfuerzo de los editores para que las bibliotecas europeas paguen por el alquiler de los libros y los préstamos que hacen en sus salas.
Aunque Moisés Melo, de Editorial Norma, entiende las razones de pagar derechos de autor por los préstamos bibliotecarios, afirma que esto sería contraproducente para los autores, "cuyos derechos se defienden mejor con la lectura de sus obras en las bibliotecas que con medidas que tengan que ver con el pago de esos derechos".
Aliadas de los escritores.
Las bibliotecas colombianas son muy pobres y el volumen de consumo es bajo. "Si a esto se le adiciona una carga de derechos de autor habrá más dificultad para su desarrollo, lo cual sería lamentable", se quejó Moisés Melo.
En Colombia no es práctica que las bibliotecas obtengan la autorización para prestar libros y a lo mejor esto y el que no reciban un pago por cada lector tiene sin cuidado a los escritores.
Germán Castro Caycedo, uno de los autores que más vende en el país y quien no conocía la advertencia mencionada, manifestó que si algo le conviene a un escritor es que las bibliotecas pongan sus libros a disposición de los lectores.
Su apreciación coincide con la de Melo, de Editorial Norma. "En estos países con índices bajos de lectura y tan incipiente formación de lectores, las bibliotecas, más que un competidor como puede serlo en Europa, son un aliado de los editores y autores, porque impulsa la formación de lectores y por lo tanto el desarrollo del consumo de libros".
Ello, quizás, es lo que explica que "en Colombia y demás países americanos la convivencia entre el mundo editorial y las bibliotecas ha sido pacífica. En nuestro caso particular no podría ser de otra manera, porque nuestra situación económica no da como para que (las bibliotecas) tengan un rubro destinado al pago de derechos de autor por los libros en su poder y que presta al público".
continua la nota, ¿un descuido?...
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