Amoxcalli Blog

de los códices al blog, una biblioteca es mi boleto para viajar... pienso dar una vuelta al mundo y ¿quién sabe? tal vez nos encontremos.

enero 24, 2006

Las bibliotecas de Mogador.
Alberto Ruy Sánchez, escritor mexicano, en su nuevo libro "Nueve veces el asombro. Cosas que se dicen de Mogador", continua con la narración sobre esta ciudad y sus lugares, sus historias y sus imágenes, y nos cuenta tambien sobre las bibliotecas...

9x9 cosas que se dicen de Mogador.

VII DE LAS BIBLIOTECAS Y LOS SERES QUE LAS HABITAN
55. También las bibliotecas de Mogador son, lógicamente, extensiones mutantes de lo escrito ancestralmente sobre la piel de las personas. No es casualidad que sea piel tatuada la que proteje el frágil papel de los libros en Mogador. Y que, finalmente, las bibliotecas y la música son vistas en Mogador como dos formas de lo mismo: muy logradas metamorfosis de la piel.

56. Que en Mogador cada libro abierto siempre está listo para danzarnos por dentro. Y basta un parpadeo sobre sus páginas para que alegre y veloz nos penetre.

57. Cada libro nuevo es metáfora de un nacimiento en Mogador. O de la llegada feliz de un extranjero. Y el número de libros conservados en ella es siempre un múltiplo de los habitantes de la ciudad. Una responsabilidad importante del bibliotecario es conservar a diario esa proporción dorada sensible a aumentos y disminuciones de la población, emigraciones o guerras, euforias reproductivas o plagas.

58. También sucede un cálculo inverso: cuando una plaga de polillas u otros bichos entra a la biblioteca y se come los libros, la población vive aquello como un pésimo augurio. Y espera guerras o enfermedades catastróficas. Dicen, con cierto orgullo, pero también con una dosis de pena, que es la única ciudad donde muchas de las escenas más trágicas de su historia tienen como origen algo que sucedió en la biblioteca.

59. Dicen que en algunas secciones de la biblioteca de Mogador, si por la noche se dejan juntos dos libros afines, por la mañana amanecen tres. Que el bibliotecario cultiva esas ?noches de papel feliz?. Y cuida además que nunca haya guerras entre los libros opuestos buscando que en su disposición dentro de la biblioteca sea claro que las diferencias sustanciales pueden confluir en un librero sin coincidir necesariamente entre las mismas pastas con las mismas ideas.

60. Dicen que la sana promiscuidad cultural, y por lo tanto el mestizaje entre los libros, está a flor de piel en la biblioteca de Mogador. Esa variedad incesante es su fortaleza. Que incluso en un extremo del edificio hasta los libros santos de judios, cristianos y musulmanes conviven ejerciendo el arte de las distancias: forman una geometría perfecta. Y que nunca ?los fundamentalismos de un sólo libro? impondrán sus prohibiciones en bibliotecas mogadorianas.

61. Que cada vez que se abre un libro en una biblioteca de Mogador, en algún otro lugar del universo explota una estrella o comienza la extraña migración de doscientos millones de mariposas que cruzarán cinco mil kilómetros para pasar el invierno entre volcanes apagados de México. O los mares se retiran o todas las cabras se suben a los árboles arganos a la entrada del Sahara. O un genio en algún desván insospechado de Boznia Herzegovina compone una sinfonía. O tal vez en un estudio de Nueva York, un féhbrtil escultor anglomexicanocatalán engendra en bronce bichos singulares: una nueva especie inesperada de esos intrigantes Cangrejos Herradura que son descritos por los científicos como ?fósiles vivos? y que, desafiando abiertamente las leyes de Darwin, sin cambiar y sin adaptarse desde hace doscientos millones de años, se reproducen cada primavera en las playas de Nueva Inglaterra y de Yucatán.

62. Que de algunos libros mogadorianos emana un brillo tan extraño que llenan de pimienta luminosa el aire a su alrededor, de olor a azufre las cercanías y nadie se ha atrevido a abrirlos en un par de siglos. Desde la última plaga de langostas que azotó la ciudad consumiendo todo lo vivo. Cuando millones de ellas cruzaron el Sahara sin comer nada sino a ellas mismas en varias semanas y fue Mogador la primera población que encontraron, sedientas y voraces. Para ellas también fue, según lo registra la Historia, la ciudad del deseo.

63. Que en Mogador los libros que tratan de animales, desde los antiguos bestiarios científicos hasta los modernos, por si las dudas se guardan en gabinetes con rejas. Que por las noches se les oye trotar por adentro de los libros de un lado al otro de los estantes. Que los libros sobre aves se deshojan más pronto que otros y por lo tanto requieren doble o triple costura. Que los libros sobre los mares y los ríos se plagan más rápidamente de hongos y que los tratados de minería, como la famosa Re Metalica, tienden a convertirse en tesoros y su estudio demanda lectores algo avaros y rígidos. Que los libros de aventuras tienen hojas que giran más rápido. Que a los de poesía les brotan manos invisibles que se meten muy a fondo en tu cuerpo mientras los lees. Que a los de ética, derecho canónico y teología les rechinan las páginas. Que los libros de escritores místicos se abren sin que nadie los toque. Y que los libros sobre Mogador tienen la fortuna de ser siempre amados con avidez sensorial, con deseo creciente y errante. Entre otras razone porque los libros sobre Mogador se extienden más allá de sus páginas y siguen escribiéndose como sonámbulos en la piel de quienes los leen. Que son sin saberlo al mismo tiempo quienes los habitan.

1 comentarios:

Anonymous reformas ha dicho...

otra vez primero!!
masajes

9:37 a. m.  

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