Los tlacuilos.
Los libros de los antiguos mexicanos eran los ámatl, llamados también códices, que contenían el saber histórico, mitológico, religioso y calendárico, y que eran guardados en los amoxcalli, las antiguas bibliotecas, a cargo de los tlamatinime, los sabios, responsables de transmitir los conocimientos.
Los códices eran elaborados cuidadosamente por los tlacuilos ("el que escribe pintando") o dibujantes nativos, quienes utilizando colorantes hechos a partir de pigmentos minerales y vegetales, ejecutaban sus pinturas sobre el papel amate, o bien sobre las pieles previamente preparadas de animales como el venado o el jaguar; las pieles se cubrían de estuco, lo que permitía al dibujante dejar perfectamente plasmadas sus pictografías, creando de esta manera verdaderas herramientas con las cuales los maestros acompañaban eficazmente sus relatos y explicaciones.
El tlacuilo conocía diversas formas de escritura náhuatl, así como los símbolos de la mitología y de la tradición. Era dueño del simbolismo y era capaz de expresarlo mediante la tinta negra y roja. Antes de pintar, debía haber aprendido a dialogar con su propio corazón, esto quiere decir: que tenía que aprender a dialogar con su propia divinidad (los mexicas creían que dentro del corazón habitaba un principio divino). De ese modo se transmitía la divinidad a las pinturas, los códices y los murales.
Para llevar a cabo su labor artística, el tlacuilo contaba con la protección de la diosa náhuatl de las artes, de la belleza y de las flores: Xochiquetzal, "la flor de la pluma rica", que estaba presente en todas las actividades del juego, el canto, la danza, la pintura, el bordado, la escultura, y el trabajo con plata.
Se puede leer en las Huehuetlatolli (palabras de los ancianos), que la labor de los tlacuilos fue, y es, muy importante, pues los códices son la memoria colectiva del antiguo mundo prehispánico:
El libro, la escritura.
Que todo está pintado de negro,
Que todo está pintado de rojo;
Sobre él se coloca la vara del águila, la vara del tigre;
Para que con ella lo vayas hojeando,
Para que lo vayas leyendo.
En él observas cómo es el lugar del misterio, el inframundo y el cielo.
En él miras todas las partes del mundo;
En él es visto el amanecer
Y el resplandor de tu pueblo.
(Huehuetlatolli, compiladas por Juan Bautista, siglo XVI.
Traducción de Luis Reyes).
Que todo está pintado de negro,
Que todo está pintado de rojo;
Sobre él se coloca la vara del águila, la vara del tigre;
Para que con ella lo vayas hojeando,
Para que lo vayas leyendo.
En él observas cómo es el lugar del misterio, el inframundo y el cielo.
En él miras todas las partes del mundo;
En él es visto el amanecer
Y el resplandor de tu pueblo.
(Huehuetlatolli, compiladas por Juan Bautista, siglo XVI.
Traducción de Luis Reyes).
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